Depresión: Estigma y vergüenza en el mundo corporativo
- Christian Guzmán Mazuelos
- 13 ene
- 4 Min. de lectura

La depresión, una necesidad de salud mental que afecta a millones de personas en todo el mundo, se ha convertido en una preocupación creciente en el ámbito laboral peruano. Sus causas son multifacéticas, abarcando desde factores biológicos como la genética y desbalances químicos en el cerebro, hasta factores psicosociales como experiencias traumáticas, estrés crónico y el estigma social. En el contexto laboral, la depresión no solo afecta al individuo que la padece, sino que también impacta en la productividad y el ambiente de trabajo en general.
La vergüenza y el estigma asociados a la depresión pueden ser particularmente intensos en el mundo corporativo. Muchos empleados temen que revelar sus necesidades de salud mental pueda afectar negativamente su carrera profesional, generar discriminación por parte de sus colegas o incluso resultar en el despido. Este temor al juicio y la exclusión crea una barrera invisible que impide que las personas busquen ayuda y perpetúa el ciclo de la depresión
Para romper este ciclo, es crucial que las empresas promuevan una cultura de apertura y apoyo en torno a la salud mental. Esto implica implementar políticas que protejan a los empleados de la discriminación, ofrecer recursos de apoyo confidenciales y accesibles, y educar a todos los miembros de la organización sobre la depresión y cómo brindar apoyo a quienes la padecen. Al crear un ambiente de trabajo donde la salud mental se valore y se priorice, las empresas pueden contribuir a reducir el estigma y facilitar la recuperación de sus empleados.
En el Perú, la depresión es un problema de salud pública que afecta a un porcentaje significativo de la población. Diversos estudios han revelado la prevalencia de la depresión en adolescentes, estudiantes universitarios y adultos mayores. Se estima que cerca del 20% de los peruanos sufre de depresión, ansiedad o estrés, lo que genera un impacto económico considerable debido a la pérdida de productividad. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha proyectado que la depresión será la segunda causa de discapacidad a nivel mundial para el año 2030, lo que subraya la urgencia de abordar este problema de manera integral.
En el mundo corporativo, la depresión se manifiesta a través de diversos síntomas que pueden afectar el rendimiento laboral, tales como la disminución de la productividad, el ausentismo, la dificultad para concentrarse, la irritabilidad, el aislamiento social y la pérdida de interés en el trabajo. Es crucial que tanto los empleadores como los compañeros de trabajo estén atentos a estas señales y brinden apoyo a quienes puedan estar experimentando depresión. Afortunadamente, existen diversas estrategias para abordar la depresión en el mundo corporativo.
La detección temprana es fundamental para prevenir el agravamiento de los síntomas y facilitar la recuperación. Las empresas pueden implementar programas de salud mental que incluyan evaluaciones periódicas, la capacitación de líderes en la identificación de problemas de salud mental y la promoción de la búsqueda de ayuda profesional. Además, es esencial crear un ambiente laboral que promueva la seguridad psicológica, fomentando la apertura y el diálogo sobre la salud mental, donde los empleados se sientan cómodos al buscar ayuda sin temor a represalias.
La legislación peruana también ha comenzado a abordar la salud mental en el lugar de trabajo. El Decreto Supremo N° 009-2004-TR establece la obligación de las empresas de implementar medidas para prevenir riesgos psicosociales, mientras que la Ley N° 30947 promueve la salud mental en el trabajo. Sin embargo, aún existen desafíos en la implementación de programas de salud mental en las empresas peruanas, y existe mucha oportunidad de mejora por parte de las empresas para invertir en sus trabajadores y crear un ambiente laboral que promueva el bienestar y la salud mental.
En principio, para combatir la depresión en el mundo corporativo, es fundamental romper con los mitos, tabúes y estigmas que la rodean. La creencia de que la depresión es un signo de debilidad, que no es una enfermedad real o que las personas con depresión no pueden trabajar son ideas erróneas que perpetúan la discriminación y dificultan la búsqueda de ayuda. Es necesario promover una cultura de comprensión y apoyo en el mundo laboral, donde se reconozca la depresión como un problema de salud que requiere atención y tratamiento.
En este sentido, es importante que los empleadores y compañeros de trabajo se eduquen sobre la depresión, sus síntomas y tratamientos para comprender mejor la situación de quienes la padecen y brindar un apoyo más efectivo. Algunas estrategias prácticas para ofrecer ayuda en el trabajo incluyen iniciar una conversación con la persona, brindar apoyo emocional, fomentar la búsqueda de ayuda profesional, adaptar las responsabilidades laborales si es posible y promover un ambiente laboral saludable.
Enfrentar la depresión en el mundo corporativo es un desafío que requiere una respuesta integral: La detección temprana, el acceso a tratamientos efectivos, la promoción de un ambiente laboral saludable y la lucha contra el estigma son pilares fundamentales para abordar este problema. Es necesario un esfuerzo conjunto de empleadores y empleados para crear un entorno laboral que promueva el bienestar, la salud mental y la productividad de todos y todas. La salud mental en el trabajo no es solo una cuestión de bienestar individual, sino también un factor clave para el desarrollo económico y social.
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